Política
y Razón
“Hemos perdido
la guerra.
El derrotado no
es sólo el marxismo:
lo ha sido toda la
Ilustración.”
Julio Anguita
Un virus llamado Nipah hacía estragos en una aldea de la provincia de Kerala, en la India.
Cuenta el tradicional y prestigioso The Guardian de Manchester que “Los aldeanos estaban aterrorizados y dispuestos a huir, porque no entendían cómo se estaba propagando la enfermedad.” Fue entonces que se hizo presente en el lugar Shailaja, la ministra de salud de Kerala: “Corrí allí con mis médicos, organizamos una reunión en la oficina del panchayat [consejo de la aldea] y les expliqué que no había necesidad de irse, porque el virus solo se podía propagar por contacto directo. "Si te mantuviste al menos a un metro de una persona que tose, no te podrías contagiar”. Cuando les explicamos eso, se calmaron y se quedaron".
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Shailaja, Ministra de Salud de Kerala (India) |
El hecho, trivial mirado con la lente de un sentido común cotidiano, adquiere en su dimensión política, un gran significado de contraste con el infierno espiritual en que hemos sido sumergidos, a pretexto de la “pandemia”. Será por eso que Shailaja, que se reveló muy diestra en la contención del covid 19, es una celebridad en la India. La ministra no fue a la aldea acompañada de periodistas que registraran el pánico y la desesperación, para difundirlos por toda la provincia. Vino con médicos y llevó serenidad y racionalidad a un pueblo atacado por una peste virulenta. Y salvó no sólo la salud sino la misma existencia de la aldea, su economía, su sociabilidad.
Quitarle el miedo a la gente, rescatarla de lo mágico e
inducirla a pensar es lo contrario de lo que se ha hecho en general en el
mundo, a propósito del covid 19. El poder de la agenda mediática se ha
empleado, acaso como nunca antes en la historia, para convertir a un solo asunto,
en este caso “el virus”, en una
preocupación excluyente. Se eliminaron las bases, un orden de valores pensado,
para la existencia del debate serio. En el mundo mueren anualmente cerca de 60
millones de personas, pero el apocalipsis, son las 3 millones del sar-cov-2. La
muerte no es muerte, si no es muerte por “el virus”. ¿O acaso se le lleva al
público la cuenta diaria de las previsibles secuelas de la cuarentena: los
excesos de muertes por cáncer, infartos cardíacos y las mil epidemias que presupone
el ninguneo de la medicina programada? La razón ha entrado entre nosotros en
estado cataléptico. ¿Cuándo volverá a la vida?
Como lo demuestra el ejemplo de Shailaja, el problema no es
sanitario sino político.
Estimular sentimientos primarios
como el miedo ha sido, a lo largo de la historia, la marca de lo reaccionario.
Lo evocamos en este admirable registro de un eclipse de sol en las Memorias
Póstumas de José María Paz:
“Era a la verdad sorprendente ver la inquietud
pintada en el semblante de los indígenas, y observar el empeño con que corrían
a las gallinas, castigaban a los perros y estropeaban a los niños, para que
gritasen, lamentando la muerte del Sol; al mismo tiempo hacían, de hojas secas
y ramas, grandes montones dentro de sus casas y les daban fuego para que se
levantase una gran humareda, con lo que, sin duda, se proponían dar calor al
astro, cuyo fuego suponían próximo a extinguirse... En vano fue que quisiésemos
tranquilizarlos, persuadiéndolos que no peligraba el Sol, y que luego volvería
a recuperar su luz…cuando fuimos al teniente cura, que era un clérigo Arias,
salteño, a rogarle que nos acompañase a disuadir a aquellos infelices. Hasta
entonces no se había movido a dar un paso, lo que me hizo sospechar que tuviese
algún interés en conservar aquella preocupación; pero habiéndose prestado a
nuestra insinuación, nos acompañó, y después de haber hecho cesar las campanas,
recorrimos una parte del pueblito, consolando a los pobres indios y
desengañándolos. Su voz era más eficaz que la nuestra, y algo se consiguió; más
ignoro si los indios quedaron convencidos de que era un efecto natural, o si en
otros eclipses habrán hecho lo mismo. Mucho podría decir sobre otras
preocupaciones y prácticas de los indígenas, no menos que del interesado manejo
de los curas, pero no lo creo propio de esta memoria.”
Shailaja, en cambio, la que
rescató la razón junto con la aldea, sus habitantes, su economía y la
integralidad de su vida, es ministra de salud en un gobierno de alianza
democrática, en la que juega un rol preponderante el Partido Comunista de la
India (Marxista). Alfabetizó a toda la población y realizó una reforma agraria
que distribuyó entre los campesinos la propiedad de la tierra. Cuando finalice
en el cargo, Shailaja volverá a sus tareas docentes.
¿Será el virus el origen del miedo? ¿Las afamadas vacunas también nos curarían de él? ¿O con el fin del virus, el miedo apenas cambiará de ropaje?
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